“Hallaremos un camino, y si no haremos uno” Aníbal (216,
A.C.)
Continuamos
nuestro constante recorrido a través del universo de
las palabras, un continuo viaje mágico y misterioso en el
lector-transportador de nuestro emblemático “Vagón de Lectores; dirigiéndonos
audazmente hacia... El espacio, la última frontera, a la exploración de
mundos desconocidos, al descubrimiento de nuevas vidas y nuevas civilizaciones,
hasta alcanzar lugares donde nadie ha podido llegar. Potenciando al máximo
la imaginación.
No precisamente bajo los efectos del agua vivificadora, tan
promocionada por un tal Juanito caminante; ni de grandes aspiraciones y las
correspondiente visiones producidas por una planta de agro exportación no
ortodoxa; más bien con la gracia de la imagen folclórica que proyecta un
alambicado tejido de hebras en variedad de combinación de colores, la imagen autóctona,
seductora que nos inspira un 8vo… 8vo. Año, el que esperamos próximamente
alcanzar, siempre con la determinación forjada en las páginas compartidas y de
las que esperamos poder abordar;...lumbre de alumbre, Luzbel de
piedralumbre!
Valga toda esta redundancia a colación, por el título de la
nueva obra que nos convoca que es ad hoc y que resume en buena parte, toda usual
gestión emprendida en Guatemala, las que bien podría resolverse en un sencillo
proceso, resultan una odisea al infinito y más allá. Evidenciando
lamentablemente: que la falta de lectura y consecuentemente de interpretación,
a todo nivel en toda instancia, aunada con la nula o mala voluntad hace retardar
cualquier proceso; incrementando costos, acrecentando pérdidas, sobre todo de
tiempo como obviamente de paciencia. Un perverso y degenerado círculo vicioso
con su insana dependencia y despilfarro, acompañada de la sintomatología
correspondiente de: hipersensibilidad, negación, ansiedad, euforia y de remordimiento,
a todo aquel que la llega a padecer. Confirmando con ello, la urgente
necesidad del fomento de la lectura como parte del proceso de integración
social básico de la cadena productiva y de eficiencia, el utilitarismo practico
de una magnífica herramienta de desarrollo; al margen de lo placentero que es
la lectura.
“Donde acaban los caminos” es en Guatemala, al menos en la urbe
citadina una metáfora real y contundente, materializada en una icónica calle la
que recorrida por uno de sus extremos, desemboca en un típico lugar común final
con “El último Adiós” incluido; y en su otro extremo a un gran complejo cultural asentado en el último bastión de una de las
tantas dictaduras, sorteando para llegar a él a través de una transitada
avenida hacia uno de los primeros viaductos subterráneos rumbo al epicentro
histórico, culminando o iniciando en un punto cero de nuestras complejas rutas
y referentes, que se proyectan hacia la “Guatemala
profunda” en un inescrutable laberinto que vorazmente engulle lo mejor de
su gente con sus intemporales demandas insatisfechas; un vasto agujero negro,
que como tal absorbe hasta la más rutilante constelación.
Dentro del marco de la llamada novela criollista, en el 105
aniversario del natalicio de uno de sus máximos exponentes; hacemos el
correspondiente homenaje a un autor referente del canon literario guatemalteco,
abordando, la obra “Donde acaban los caminos”.

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